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No use crying over some techno
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miércoles, 27 de enero de 2010

Quan vages al cel menjaràs coquetes de mel i d'arrop

Es complicado acostumbrarse a algunas cosas nuevas. Está el típico corte de pelo radical que te enseña cada superficie pulida sobre la que te reflejas, ése que no acabas de saber si te gusta o no. También me vale como ejemplo un cambio de procesador de textos, que te hace descubrir que tu salud mental depende única y exclusivamente de que encuentres en ese nuevo entorno el botoncito de numeración y viñetas. Tener que madrugar en general es complicado también, pero peor es cuando cambias tu rutina para adaptarte al estudio nocturno, y la noche te seduce. La cantidad de tiempo que hay a tu disposición en la tranquilidad de tu cuarto, el silencio y encontrar a un ojeroso tú con el pelo corto mirándote desde el espejo. Ése cambio sí que jode, prueba a ser un búho una semana seguida y tener que levantarte al séptimo día a las siete.

Luego hay otros cambios que también presentan una difícil transición, en la vida de un individuo pero que acaba sepultada por una buena dosis de ilusión. No sé, así a bote pronto (y odio la expresión "a bote pronto") se me ocurre por ejemplo, el empezar un nuevo cuatrimestre y estrenar nuevas asignaturas. Reflexiono sobre si un año nuevo es un ejemplo también de esto, me decido por pensar que no, pues este año he tenido claro desde el principio que una ilusión trivial sobre estos temas es algo agotador e innecesario. Que ya va siendo hora de darse cuenta que el hecho de repetir todos los 1 de enero desde el correspondiente a 2006 que sí, que este va a ser nuestro año; no garantiza ni mucho menos que vaya a ser verdad, antes al contrario si recurrimos a pruebas de naturaleza empírica. Otra cambio divertido es la lluvia, no siempre te viene bien y a veces fastidia los planes, pero tiene ese encanto que sólo tienen las cosas que no se empeñan en pasar todo el rato.

Por último creo que hay cambios de los que no sabemos nada. No me refiero a nosotros como humanos en el sentido más general y absoluto de la pesada afirmación anterior, sino individualmente. Yo no sé nada sobre el cambiar de coche porque sólo he conducido uno desde que tengo el carnet. Otra persona no sabrá nada sobre qué representa cambiar constantemente de género musical en su pequeño reproductor mp3, mientras que yo no hago otra cosa cada vez que pongo en modo aleatorio mis 28 gBytes de música. Tampoco sé nada de qué es interrumpir una vida de soltero empedernido (y tampoco puedo odiar más la expresión "soltero empedernido") para pasar a considerar a otra persona en mis rutinas. Y de hecho me preocupa que esto pueda ser tanto una de esas cosas a las que cuesta acostumbrarse como una de esas que aunque cuesten no importa, porque lo haces encantado. Desde luego está claro que que se convierta en una cosa u otra radica en la persona que te va a romper los esquemas. Así que, tú, la de la tercera fila o el que se esconde al fondo, no seais tímidos, pero tampoco me vengais con medias tintas, que aquí el único que puede jugar al despiste soy yo. Y si me voy a cansar rápidamente de vosotros mejor os quedais en casita.

Uf, qué aburrimiento, por Dios.

4 comentarios:

  1. "pero tiene ese encanto que sólo tienen las cosas que no se empeñan en pasar todo el rato."


    "tenía el encanto de las cosas imposibles."



    Las cosas pasan, y por suerte, algunas no pasan siempre.

    Me gusta tu texto, rubia. Tengo ganas de verte, que es una cosa que pasa a veces, pero siempre tiene encanto.


    ÁNIMO :*

    Yo voy a seguir estudiando a Maquiavelo.

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  2. jajajaja, gracias, es algo bonito eso de que vernos pase a veces y siempre tenga encanto :D
    Recuerda el trato, domingo 7! ;)

    BTW, tiene que molar eso de estudiar a Maquiavelo, no? :D

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  3. MOLA MOGOLLÓN ESTUDIAR A MAQUIAVELO :D

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  4. Tiene que molar más estudiar al Marqués de Sade, por eso de Maquiavelo en realidad no es tan maquiavélico. Pero dan ganas de conquistar el mundo y esas cosas. Supongo que por eso hay una edición de El Príncipe comentada por Napoleón xD

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