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No use crying over some techno
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miércoles, 29 de enero de 2014


La fachada da al parque, y desde el parque observamos cómo las inquietantes figuras de anoche, hoy son solo gente herida, cansada, fumando en el balcón.

sábado, 9 de marzo de 2013

Waldeinsamkeit


La guerra s'ha declarat sota els llençols.
El fred travessa les finestres, 
perquè el seu cristall és en realitat, la fina pel·lícula de vidre d'una ampolla de ginebra buidada una nit de festa.

domingo, 28 de octubre de 2012

Raval

Sempre era de nit al Raval, o era la proximitat entre façanes? Sopàvem sempre tard, molt tard, uns dies a la taula hi havia brou de carn humana, uns altres, bullit de pell i suor. Després la Karine s'afaitava i es posava tacons, i la Rumana s'apujava els pits fins la gola per amortitzar-los al cantó, l'Èliot caminava descalç tant lluny del desert d'Atacama, i la Carme... la Carme ja no hi era des que algú va destrossar-li la cara d'una pallissa. La boira del port duia l'olor del rovell, i emprenien el vol a buscar fantasmes capritxosos que donen aigua i verí. Al matí es rentaven els llavis de la pólvora de la nit al Café dels Tres Tombs, i es llavaven la pell amb l'aigua i el fuel de la Barceloneta.

Jordi Santamaria (Alcoi, 1977)

jueves, 18 de octubre de 2012


Búscate un momento de intensidad, se pierden rápido, con suerte lo tendrás un momento a la vista en el regazo, desaparecerá y proclamarás en adelante, que por un momento intenso fuiste. Como un trago de vino. O como una vela (que se apaga), y en el caso de la vela me sirve la comparación para expresar que te quedaste prendado de la llama, que no trascendió de ninguna manera, más bien se extinguió dejando olor a quemado, y te concentras en la imagen informe que dejó la luz impresa en tu retina (la que todavía ves si cierras los ojos recortada contra la pared posterior de tus párpados, crees). Todo esto sin pensar, que puede ser la cera caliente la que dé más juego, creando formas sobre tu piel, al caer, quemándote el vello del antebrazo, arrancándote un escalofrío con forma de torrente de cera espalda abajo.
Y por si surge alguna duda no estoy tratando de contar entre líneas una puta historia de amor. 

sábado, 29 de septiembre de 2012

Rohypnol


Sea un fluido líquido miscible en agua y capaz de cristalizar a voluntad. A voluntad del propio fluido entiéndase, sea la que sea ésta. Supongámoslo circulando en el interior de un organismo vivo, pongamos un gato. Esta cristalización en sustancia sólida, adoptando estructura irregular de cantos aleatoriamente afilados o no va a destrozar al gato por dentro propiciando una muerte de velocidad variable con una cadencia fija, en tanto que suponemos el líquido cristalizable perfectamente mezclado en el torrente sanguíneo y por tanto a merced del bombeo de la sangre.


Esta entrada es un poco como citar un poema de alguien, sólo que me ha parecido mucho más divertido  copiar emular a Miguel Noguera y desarrollar yo mismo una de esas muy locas ideas que pueblan Ultraviolencia, patrocinar una ida de olla extra en este canal de la MTV que llamamos mundo, vaya.
Además quisiera añadir que me ha parecido especialmente oportuno desarrollar esta esquizofrénica idea del gato después de una mañana leyendo a bloggers hablar de perros flacos lamiendo el semen de sus pajas mentales, pero este es otro tema que está derivando a una especie de flujo de conciencia extraño de esos que acostumbro a preservar de la luz del sol y del público en general, y de la red en particular.

(?)

sábado, 8 de septiembre de 2012


Nunca tuve oportunidad de contar con voz queda, las audacias que compartimos en un cine. No es que yo crea en la oscuridad cómplice, en la facilidad en el desempeño, historia en pantalla mediante. Yo soy de los que opinan, que lo que se ve ahí fuera, se ve en la sala, porque yo puedo ver en la oscuridad. Es sólo que, ir al cine contigo es tener dos horas por delante sentados ambos con intensa, casi palpable, cercanía.
Y del mismo modo que sentarnos sobre una roca dos horas frente al bosque, en la arena dos horas frente a las olas, en un patio dos horas frente a una calle. Dos horas de visión infrarroja permiten atender a tu pecho elevándose con la respiración, a la humedad bajo tus pestañas si la música suena fuerte, a lo volátil de una mano dejada caer sobre el reposabrazos sabiéndose candidata a ser asida por alguien con quien llevas compartiendo dos horas, que ha encontrado mayor interés en una historia paralela en la sala que en aquella que se proyecta, si es que no son la misma y este cine cuenta cómo la oscuridad se convirtió en aliada del tiempo, y juntos parieron una persona que, del mismo modo que busca la oscuridad y el silencio, no tiene miedo a hacer el amor con las luces encendidas y aullando tu nombre.

viernes, 24 de agosto de 2012

Smile, You are on CCTV


Quiero hablar de todo lo que las cámaras de seguridad de Inglaterra no pudieron grabar, de todos los momentos en que no pudieron seguir tus pasos con su cadencia mecánica, de los ángulos muertos, las lagunas en tu biografía.
Off the record quiero hablar de las sábanas tibias y las arrugas surcando tu cara o enmarcando tus ojos. Las que, estoy seguro, creé yo intentando desgarrar, aferrándome quizá.
Los británicos no supieron entender 1984.

viernes, 10 de agosto de 2012


Miro a los ojos a P, y sus ojos me devuelven la mirada enmarcada en el eslogan de la hamburguesería donde nos encontramos, pone Have it your way en el banco donde él está sentado, se aprecia por detrás de su cabeza, impreso en el respaldo.
Noto frío y de repente me veo con claridad escribiendo sobre este momento en un futuro cercano, frente a la pantalla de mi portátil desgranando mentalmente un tema de Burial, y rememorando el frío del local, la luz clara de fluorescente iluminándolo todo, las dobles cheeseburger
Burial no canta, pero su música habla sobre buscar un fastfood 24/7 a las seis de la mañana volviendo de fiesta, y de ese momento en que te ves pidiendo desorientado frente a un cartel demasiado luminoso donde se muestran las ofertas, con un zumbido instalado en tus oídos, buscando deshacerte de las cuatro libras que te han sobrado de la noche. Habla sobre un hormigueo en los párpados o una leve presión en las sienes, verte rematando la madrugada transportado desde el cemento y hacia el asfalto, sobre centros comerciales periféricos donde permiten las licencias abrir los domingos, lugares que ya nos han visto en otras ocasiones sorber refrescos edulcorados de una pajita, fumar hachís en un aparcamiento, alimentados por la inercia de ves a saber qué sample atrapado en la cabeza o las piernas de quién sabe qué chica vestida de amarillo. Sobre sentirse anulado y ser consciente de ello. 
Y entonces se me ocurre que rebuscar en los bolsillos para comprar la segunda hamburguesa de a euro, luchando contra los últimos coletazos de la borrachera, que pudieran confundirse con un primer zarpazo de resaca; no es muy diferente de hurgar con un palo las entrañas de un animal destrozado en la cuneta.
Y así el sol despunta levemente, iluminando la ciudad a lo lejos con sus grandes bloques de viviendas, aprecio su aspecto anodino y monótono, los amplios accesos que la comunican con el exterior, donde nos encontramos, como si nos hubiera regurgitado.
Es entonces cuando se acaba el viaje y se cierra la historia. Vuelvo a la pantalla de mi ordenador, pauso el reproductor, y soy yo de nuevo frente a P con una doble cheeseburger a mitad entre las manos.





lunes, 6 de agosto de 2012


Se percibe claramente la depilación a que se ha sometido en momentos como éste, cuando la cortina de frío impacta sobre su cara, hombros, brazos, y sus manos buscan los antebrazos con intención de guarecerse de ese cruel aire acondicionado. Su piel se percibe frágil, mientras aparecen los bultitos aquí y allá, desde su hombro hasta sus dedos, creando esa piel de gallina fácilmente observable desde una corta distancia, y que, tan llamativa resulta en tanto que viste camiseta de tirantes. De este modo, lo único que consigue es llamar la atención sobre la carencia de vello corporal en la superficie de piel al aire expuesta. Porque de otra manera, disimularía en cierta forma su vulnerabilidad al choque térmico, su carne de gallina.

Va a sufrir ese punto de frío incómodo tanto tiempo como permanezca aquí.

Las gafas de sol reposan sobre su cabeza, confundiéndose entre su pelo oscuro. Allá fuera, los cristales de los escaparates y el cemento devuelven buena parte de los rayos solares que sobre ellos inciden y no se siente frío, la piel además, se broncea casi por accidente y el color de los objetos de plástico abandonados al aire libre se degradada por los rayos ultravioleta. Ha venido en autobús, y pensar en sentarse a esperarlo sobre una superficie recalentada contrasta con el frío que siente ahora, ello le provoca un escalofrío que le recorre la espalda. El desequilibrio corporal momentáneo le hace estornudar. Es el puto aire acondicionado piensa. Y antes de recuperar la normalidad, todavía se observa como su hombro derecho se eleva discretamente resultado de un músculo de la espalda que se ha tensado por la violencia del estornudo. La relajación de ese mismo músculo es el final del escalofrío.  

De una bolsa de las que carga saca una botella de agua mineral de la que bebe un trago. No necesita pararse para ello, lo hace mientras sigue paseando. Su cuerpo espera a la salida del edificio, a estar de vuelta bajo el pesado manto solar, en contacto con la opresora atmósfera de vapor sobrecalentado, para emitir una única gota de sudor que avanza lentamente por su nuca, espalda abajo, circulando ahora escondida entre los pliegues propiciados por la rigidez de la tela de la camiseta. Tuerce en una esquina buscando la sombra.

miércoles, 11 de julio de 2012


Sudado quizá, esta noche de verano, dime, por qué no. Buscar, ese otro camino que hasta ahora te tenían quién sabe si prohibido, vetado. Empezar por calcinar huesos de santo, que rezumarán el líquido que les quede, lo que sea que hubieran atrapado en su vida de correosa abnegación y ausencia de carne quemada en vallas electrificadas de caminos prohibidos, vetados. 
De sangre caninos teñidos, afilados para, pongamos, masticar y partir. Partir a la presa sin masticar la pena, que diríase. Si bien diríase mejor partir (en pos de) para masticar (a ti, donde estés). Lo que sería entonces buscarte, de noche, despierto alerta, caliente. Mi piel sudada al contacto, mi aliento suavemente sobre la nuca.