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No use crying over some techno
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lunes, 6 de agosto de 2012


Se percibe claramente la depilación a que se ha sometido en momentos como éste, cuando la cortina de frío impacta sobre su cara, hombros, brazos, y sus manos buscan los antebrazos con intención de guarecerse de ese cruel aire acondicionado. Su piel se percibe frágil, mientras aparecen los bultitos aquí y allá, desde su hombro hasta sus dedos, creando esa piel de gallina fácilmente observable desde una corta distancia, y que, tan llamativa resulta en tanto que viste camiseta de tirantes. De este modo, lo único que consigue es llamar la atención sobre la carencia de vello corporal en la superficie de piel al aire expuesta. Porque de otra manera, disimularía en cierta forma su vulnerabilidad al choque térmico, su carne de gallina.

Va a sufrir ese punto de frío incómodo tanto tiempo como permanezca aquí.

Las gafas de sol reposan sobre su cabeza, confundiéndose entre su pelo oscuro. Allá fuera, los cristales de los escaparates y el cemento devuelven buena parte de los rayos solares que sobre ellos inciden y no se siente frío, la piel además, se broncea casi por accidente y el color de los objetos de plástico abandonados al aire libre se degradada por los rayos ultravioleta. Ha venido en autobús, y pensar en sentarse a esperarlo sobre una superficie recalentada contrasta con el frío que siente ahora, ello le provoca un escalofrío que le recorre la espalda. El desequilibrio corporal momentáneo le hace estornudar. Es el puto aire acondicionado piensa. Y antes de recuperar la normalidad, todavía se observa como su hombro derecho se eleva discretamente resultado de un músculo de la espalda que se ha tensado por la violencia del estornudo. La relajación de ese mismo músculo es el final del escalofrío.  

De una bolsa de las que carga saca una botella de agua mineral de la que bebe un trago. No necesita pararse para ello, lo hace mientras sigue paseando. Su cuerpo espera a la salida del edificio, a estar de vuelta bajo el pesado manto solar, en contacto con la opresora atmósfera de vapor sobrecalentado, para emitir una única gota de sudor que avanza lentamente por su nuca, espalda abajo, circulando ahora escondida entre los pliegues propiciados por la rigidez de la tela de la camiseta. Tuerce en una esquina buscando la sombra.

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