Miro a los ojos a P, y sus ojos me devuelven la mirada enmarcada en el eslogan de la hamburguesería donde nos encontramos, pone Have it your way en el banco donde él está sentado, se aprecia por detrás de su cabeza, impreso en el respaldo.
Noto frío y de repente me veo con claridad escribiendo sobre este momento en un futuro cercano, frente a la pantalla de mi portátil desgranando mentalmente un tema de Burial, y rememorando el frío del local, la luz clara de fluorescente iluminándolo todo, las dobles cheeseburger.
Burial no canta, pero su música habla sobre buscar un fastfood 24/7 a las seis de la mañana volviendo de fiesta, y de ese momento en que te ves pidiendo desorientado frente a un cartel demasiado luminoso donde se muestran las ofertas, con un zumbido instalado en tus oídos, buscando deshacerte de las cuatro libras que te han sobrado de la noche. Habla sobre un hormigueo en los párpados o una leve presión en las sienes, verte rematando la madrugada transportado desde el cemento y hacia el asfalto, sobre centros comerciales periféricos donde permiten las licencias abrir los domingos, lugares que ya nos han visto en otras ocasiones sorber refrescos edulcorados de una pajita, fumar hachís en un aparcamiento, alimentados por la inercia de ves a saber qué sample atrapado en la cabeza o las piernas de quién sabe qué chica vestida de amarillo. Sobre sentirse anulado y ser consciente de ello.
Y entonces se me ocurre que rebuscar en los bolsillos para comprar la segunda hamburguesa de a euro, luchando contra los últimos coletazos de la borrachera, que pudieran confundirse con un primer zarpazo de resaca; no es muy diferente de hurgar con un palo las entrañas de un animal destrozado en la cuneta.
Y así el sol despunta levemente, iluminando la ciudad a lo lejos con sus grandes bloques de viviendas, aprecio su aspecto anodino y monótono, los amplios accesos que la comunican con el exterior, donde nos encontramos, como si nos hubiera regurgitado.
Es entonces cuando se acaba el viaje y se cierra la historia. Vuelvo a la pantalla de mi ordenador, pauso el reproductor, y soy yo de nuevo frente a P con una doble cheeseburger a mitad entre las manos.
La mayoría de temas sin letra dicen más que las que sí llevan. P es afortunada/o.
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