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No use crying over some techno
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sábado, 31 de julio de 2010

Lo que me fascina de la música es lo bien o lo mal que puede hacerme sentir, colándose quizá por mis poros y revolviéndome desde dentro, como una suave melodía lo-fi de los XX o un jodido chute de locura cortesía de Steve Aoki.
Lo que me fascina de la música es pensar la cantidad de gente que se ha sentido especial con el recopilatorio de la Razzmatazz del mismo año, o que han volado lejos sin salir de su coche mientras iban al trabajo con la misma sesión de Twomanydj's. Gente que si juntáramos en, digamos un grupo de facebook, nos haría darnos cuenta de qué poco especiales somos, de cómo sólo somos uno más de los miles que escuchan ese grupo, esa canción, esa serie de sonidos aparentemente desacompasados facturados por cualquier artista islandés raro de cojones -llámale Björk, llámale Sigur Rós, llámale Múm-
Pero no puede darme más igual, porque lo que realmente me fascina es que tanto yo como cualquiera de esos miles tienen derecho a sentirse especiales y tocados por esa pieza de música, porque es lícito, porque de eso se trata. Porque soy especial - yqueestolorepitacadaunodenosotros - Soy especial porque esa canción me hace sentir. Sin más.

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