Le he hablado a mi bambú, y eso no es algo que se cuente por twitter. Tampoco el emplazamiento secreto de un café de mi barrio al que todavía no he ido, que viva solo (pero no que sólo viva), ni mucho menos las ganas que tengo de: VER el infrarrojo a través de la cámara de mi móvil. TÉ con leche, por favor.

Por todo esto y por la envidia, por el moderneo, porque me ahogo al respirar por la nariz si bebo agua para remediarlo y porque la portada del nuevo disco de Marea es la cosa más fea que he visto en años.

Gafas de culo de vaso y una suerte de película protectora de las córneas velándote el iris, dejando paso como única alternativa a la introspección, quizá a la extrospección si dicha película actúa como filtro y el ahí fuera ha sido siempre un absurdo cine 3D que nunca contó contigo. Circunferencias dotadas de principio, nunca de final, gracias.