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No use crying over some techno
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sábado, 8 de septiembre de 2012


Nunca tuve oportunidad de contar con voz queda, las audacias que compartimos en un cine. No es que yo crea en la oscuridad cómplice, en la facilidad en el desempeño, historia en pantalla mediante. Yo soy de los que opinan, que lo que se ve ahí fuera, se ve en la sala, porque yo puedo ver en la oscuridad. Es sólo que, ir al cine contigo es tener dos horas por delante sentados ambos con intensa, casi palpable, cercanía.
Y del mismo modo que sentarnos sobre una roca dos horas frente al bosque, en la arena dos horas frente a las olas, en un patio dos horas frente a una calle. Dos horas de visión infrarroja permiten atender a tu pecho elevándose con la respiración, a la humedad bajo tus pestañas si la música suena fuerte, a lo volátil de una mano dejada caer sobre el reposabrazos sabiéndose candidata a ser asida por alguien con quien llevas compartiendo dos horas, que ha encontrado mayor interés en una historia paralela en la sala que en aquella que se proyecta, si es que no son la misma y este cine cuenta cómo la oscuridad se convirtió en aliada del tiempo, y juntos parieron una persona que, del mismo modo que busca la oscuridad y el silencio, no tiene miedo a hacer el amor con las luces encendidas y aullando tu nombre.

2 comentarios:

  1. Desearía ser un cuadro de Warhol colgado en la pared. Todos los corazones rotos y secretos de Nueva York serían míos.


    Me encanta este rincón.

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  2. Muchas gracias por tu comentario. A mí me gustaría saber si puedo leerte en algún lugar, porque no tengo acceso al usuario desde el que has comentado.
    Un saludo,

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