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No use crying over some techno
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jueves, 11 de febrero de 2010

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Ella estaba ahora en el cuarto de baño, y Montag oyó correr el agua y el ruido que hizo Mildred al beberla. Trató de contar cuántas veces tragaba, y pensó en la visita de los dos operarios con los cigarrillos en sus bocas rectilíneas y la serpiente de ojo electrónico descendiendo a través de capas y capas de noche y de piedra y de agua remansada de primavera, y deseó gritar a su mujer: "¿Cuántas te has tomado esta noche? ¡Las cápsulas! ¿Cuántas te tomarás después sin saberlo? ¡Y seguir así hora tras hora! ¡Y quizá no esta noche sino mañana! ¡Y yo sin dormir esta noche, ni mañana, ni ninguna otra durante mucho tiempo, ahora que esto ha empezado!" Y Montag se la imaginó tendida en la cama, con los dos operarios erguidos a su lado, no inclinados con preocupación, sino erguidos, con los brazos cruzados. Y recordó haber pensado entonces, que si ella moría, estaba seguro que no había de llorar. Porque sería la muerte de una desconocida, un rostros visto en la calle, una imagen del periódico; y, de repente, le resultó todo tan triste que había empezado a llorar, no por la muerte, sino al pensar que no lloraría cuando Mildred muriera, un absurdo hombre vació junto a una absurda mujer vacía, en tanto que la hambrienta serpiente la dejaba aún más vacía"

Ray Bradbury - Fahrenheit 451

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