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No use crying over some techno
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lunes, 10 de enero de 2011

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Mi principal motivación para emocionarme cada vez que voy a coger el tren es el paisaje, aún cuando las ciudades que se inclinan a su paso sean feas y hechas con desgana.
He descubierto que hay paisajes para una consensuada combinación de risa, miradas, trabajo, incluso tensión, pero de esa leve que provoca un placentero cosquilleo. Y secretos, no de los de "No se lo cuentes a nadie", sino más bien de lo no dicho, lo que está ahí, pero no se ve. Por ejemplo el espectro de colores cuando desciendes por debajo del infrarrojo. A nadie puedes culpar de que no sepas que está sucediendo, está ahí, disponible para todos, pero tú no puedes verlo. Y más aún, sabes que existe, pero no puedes asegurar que esté aquí ahora. Y cuando nos miramos entre nosotros, ciegos todos; sospechamos de uno y de otro, del rango que pueda captar la retina del de tu lado. De lo que se te escape, de lo que tú veas en exclusiva y ellos no. De que si el cielo es azul es porque los rayos del sol chocan con lo que no se ve y dispersan su luz, que de hecho, es blanca. Y vivimos todos engañados, o el cielo no se supo explicar. A ver a quién le echa ahora la culpa.
De todas esas cosas se conforma el paisaje que me empeño en desmigajar en figuras simplemente conexas, con formas geométricas caprichosas, verbigracia un triángulo escaleno (con sus lados y ángulos todos distintos entre sí). Y adquiero momentos de concentración zen rayando en el trance cada vez que todo mi entorno se esfuma y yo sólo veo los cables eléctricos bajar y subir de nuevo entre cada poste de madera, a medida que el tren sigue su habitual recorrido. Cuando se intersectan entre sí en perspectiva es cuando crean los espacios abiertos en cuyo interior se puede ver el cielo o cualquier otra cosa que pase en ese momento a gran velocidad por detrás. Y delimitado por esa frontera bien definida que son los cables, lo que sea que haya detrás, lo veamos o no; no contiene agujeros. Y de ahí su importancia -matemáticamente hablando-. Queda perfectamente definido en su ambigüedad, aunque sea efímero porque el tren tenga que continuar su camino.


I'm coming up on infra-red, there is no running that can hide you,
'Cause I can see in the dark.
I'm coming up on infra-red, forget your running, I will find you.

4 comentarios:

  1. El teu bloc mola, i això em genera algun tipus de sentiment entre l'admiració i l'enveja profunda (i l'enveja mai és sana, això és un mite).

    Eixa imatge és ja conseqüència del regal de reis?

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  2. Tableta gráfica? :D


    Qué bonita entrada, rubia. Los trenes, ya sabes, son una de esas cosas que me pierden :P


    Tengo ganas de verte (sí, otra vez) ! Pero no negaré que estoy disfrutando de estar de vuelta aquí. Planes y cosas que contar. :) :*

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  3. Lo sé. Al final ni me he mudado ni he quitado comentarios. Supongo que estaba abrumada por tantas vacaciones, y no puedo evitar necesitar vuestros comentarios.

    ¡Guau! Tu texto. Creo que debemos de sentirnos orgullosos de nosotros mismos al saber contemplar esos paisajes y esas luces que aparecen de la nada de ese modo tan perfecto que te hace hasta feliz.

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  4. "Y secretos, no de los de 'No se lo cuentes a nadie', sino más bien de lo no dicho, lo que está ahí, pero no se ve. Por ejemplo el espectro de colores cuando desciendes por debajo del infrarrojo."
    ¡Me encanta! <3
    Siempre me ha gustado la combinación de extraños y paisaje en movimiento ^^

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